CECREL: DOS POEMAS INÉDITOS DE P. CAMINOTTI

martes, 20 de noviembre de 2007

DOS POEMAS INÉDITOS DE P. CAMINOTTI

Cuando todo es mentira… cuando la risa es llanto y sólo encuentro entre los recuerdos un par de dedos apretados... cuando no entiendo por qué el tiempo nunca vuelve hacia atrás... cuando la muerte colma mi paciencia y mi lenta mente recuerda lo peor.... la agonía en esa silla esperando un diagnóstico de mi vida, una respuesta a mis tantas preguntas... mi lenta mente recuerda ... que alguien una vez le prometió la pastilla que calmaría tanto dolor...mi lenta mente recuerda las promesas en pausa ..mi lenta mente recuerda, recuerda, recuerda y ya no, ya no...

El límite entre mis dedos y el teléfono, un recuerdo inesperado de lo ansiado, un ruego continuo de lo que consume mis plataformas... me derriba desde lo alto… baja desaforadamente entre mis pechos una arena fina que repite la escena anterior...tus dedos entre mis noches... me confundo de año, veo espejos en mi cama desnuda… mi locura me recuerda a la otra vida ...en la que también te conocí, en la que también te amé, te presentí... te necesité y tampoco te olvidé ... El límite de mis dedos y el beso apretado…

Los cuadros pertenecen a la colección permanente del Museo de Bellas Artes de la ciudad de Tucumán.

Centro de Estudios Culturales de leones, Pcia de Córdoba.

3 comentarios:

Anónimo dijo...: hermoso poema... no esperaba menos de vos....; 18 de febrero de 2011, 1:52 p. m.
Anónimo dijo...: no sabia que eras poeta...hace muchos años que no te veo,hermosas tus poesias,un gran abraso...
espero que aun tengas el poema que una ves te regale, LA PERFECTA PRISCILA...; 6 de marzo de 2011, 5:19 a. m.
Anónimo dijo...: espero alguna ves poder hablar por facebook,me encantaron tus poesias,de paso me podes avisar de algun encuentro que se realise para poder ir,si lees esto pri agregame en el face estoy como jhon cano o a mi direccion adrianalecano@hotmail.com; 6 de marzo de 2011, 5:23 a. m.

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INVESTIGACIONES DEL CECREL

LA PERVERSIÓN DE LOS CARANCHOS,
DEL DIABLO

Jouve, María Margarita, Los caranchos, Rosario, Serapis, 2007

Cuando se abre un libro y se oyen los craqueos en vuelo sobre la vista, destilados en parches, en fugas, que parecen intermitencias de letras, se descubre que allí, en los intersticios, están los caranchos. Esa es apenas una de las impresiones que ofrece el libro de María Margarita Jouvé, un libro hecho de voces craqueadas que van hilvanando una historia en sordinas, hasta lograr la intensidad de un estruendo que lo dice todo; pero a través de una exégesis parcial, emparchada, estallada; una exégesis de algo que sucedió y de lo cual sólo quedan palabras, craqueos ciegos y mudos que nos obligan a hacer una lectura:

“Cada recuerdo, cada marca, cada bache se me ofrece para construir mi versión de la historia. Mi versión ( 115 ).”

A tono con una tradición latinoamericana que puede remontarse a Las Crónicas de Indias, Los caranchos se ofrece como Historia; pero pervertida por la marca de la versión. Ocurre que Los caranchos es un texto pervertido, tal y como el Facundo de Sarmiento; es decir, uno que busca escapar de los encasillamientos genéricos y de su propia historia. Del género, porque es una novela; por lo tanto, una ficción; pero histórica, y también una de amor, una social, una policial y, al mismo tiempo, un documento, un ensayo histórico y literario. De su propia historia, porque centrado en la Historia con mayúsculas de 1893 signada por los linchamientos de los hermanos Eracilio e Hilario Monsalvo en Carcarañá, se desgarra en los relatos recortados de la vida de cada uno de los involucrados en el hecho y de otros carcarañenses del pasado lejano y cercano y del presente, hasta volverse una excusa, apenas eso, una simple excusa para poder trazar un mundo y una zona de ese mundo cuyos orígenes y cuyo devenir están signados por una genealogía de poder, de violencia y de unos personajes que traspasan los límites de lo permitido. De este modo, lo que quedan son sólo murmullos, en el sentido rulfiano del término, que se entretejen a la garra rapaz de una escritura fragmentada en tiempos, espacios, situaciones y narradores diferentes.

La genealogía perversa

“La comunidad de caranchos va y viene. Se agrupa, se dispersa, se vuelve a juntar. Es un ciclo vital; nacen, se reproducen y mueren. No descansan en paz. (132)”

Tal y como lo indica la cita precendente, de lo que se trata no es sólo de marcar el origen de la genealogía, cuanto su devenir, sus continuidades cíclicas. Especie en extinción, el carancho, a pesar de todo, aún sobrevuela Latinoamérica y lo seguirá haciendo, puesto que su existencia es perenne. ¿Pero qué es lo que deviene, desde el origen? Y en todo caso, ¿existe un origen? Sí, el contacto:

“Aquí había un pueblo calchaquí, pero antes todavía andaban los timbúes, y los caracáes, y los guaycurúes, no se puede precisar bien porque ellos, como usted bien inferirá, no tienen la misma concepción que usted o yo sobre la propiedad, pero estaban, le juro por la boleadora que encontré de niño que aquí había salvajes, vivían acá. La frontera los fue expulsando. Además usted ya conoció a la gente de atrás de las vías, ellos son sus descendientes, y trabajan en las estancias (63).”

El relato narrado al periodista de La Nación, Hernández, que acaba de llegar de Buenos Aires para cronicar el levantamiento del pueblo, señala a las claras un escisión originaria cuyas implicancias aún siguen latentes: por un lado los que ya estaban (los nativos, los de atrás de las vías, los criollos), por el otro, los que vienen (los conquistadores, los inmigrantes, los hacendados). Y en esta división, se entreteje el poder, pensado en los términos que Deleuze le otorga a la palabra en El pensamiento del afuera, a propósito de Foucault, como una relación de fuerzas dentro de las cuales una predomina y se impone sobre el resto. En este caso, lo que el texto marca es que siempre el que viene desde afuera se impone sobre los que ya estaban, hasta aniquilarlo.
El juego de poder aparece en cortes sincrónicos extensivos desde la Conquista hasta el Siglo XX; pero queda expuesto en las crudas escenas del linchamiento. Los caranchos es un texto cuya matriz se concentra en 1893, en el naciente poblado, insinuando que allí algo se pone en evidencia, algo se escenifica y se expande con la fuerza de un big bang, hacia atrás y hacia delante del tiempo, haciéndolo comprensible. Según constan datos de diferentes censos, la población de Carcarañá entre 1871 y 1887, como fechas más cercanas a la matriz de 1893, pasó de 500 personas a 1649 (dentro de los cuales, 980 eran argentinos y 669, extranjeros). Como lo indica la cifra, se nota que la división era casi del 50 % para ambos bandos. Sin embargo, y a pesar del impulso inicial otorgado a la inmigración desde el naciente Estado nacional que pretendía poblar el Desierto (denominación con la que procuró anular a la población original), como señala Gerardo Álvarez
“Los datos y referencias ya comentados sobre el asesinato ocurrido en 1865 de uno de los hermanos Marshall, quienes habían poblado una estancia al norte del Carcarañá, sobre la suscripción iniciada por la colectividad inglesa de Rosario, para descubrir y prender al asesino, con la que colaboró Thomas, como así también el extremado rigor con el cual éste reprimía a los gauchos matreros que atacaban o robaban su estancia ‘El 51”, lindera a la Cañada de San Antonio, sirven para apreciar lo difíciles que resultaban en la Argentina del último tercio del s. XIX las relaciones entre recienvenidos y parte de los antiguos pobladores del país y también ayudan a entender cuál fue el marco social-signado por la intolerancia, las reyertas y los enfrentamientos- en el que se produjeron años después los ya mencionados linchamientos de Hilario y Eracilio Monsalvo, ejecutados en Carcarañá en agosto de 1893, como represalia por el asesinato del colono francés Francisco Bally.[1]”
Así, la existencia de los recienvenidos, dueños de las tierras por concesión del Estado, relega a los criollos y nativos a la desposeción y, de este modo, instaura una división y un juego de poder marcado por la violencia. Se constituye una sociedad excluyente y conservadora que juzgará al Otro-americano como un peligro, que lo perseguirá hasta la muerte, de ser necesario. Los que están detrás de las vías son los descendientes de aquellos que ya no están, que fueron aniquilados con la acción evangelizadora, las guerras intestinas y con la Campaña del Desierto; pero que permanecen aún, allí, en el margen, como el nombre indígena car-cara- añá, a pesar de que se haya intentado borrarlo. Y si permanecen lo hacen como un par opositivo sobre el que se descarga la responsabilidad del desorden y de la barbarie:
“No hay derecho a cuestionarnos. Aquí no hay ley, ni justicia. Y se debe contar tal y como las cosas sucedieron desde el principio. Desde 1492, cuando llegó Colón a América, donde reinaba la barbarie. Y la historia de nuestra colonia suiza de Carcarañá. Tengo que contar cómo la hicimos, entre todos los extranjeros, con nuestra valentía para enfrentar el infortunio (60)”
La guerra real se traslada al discurso de John May, a los signos. Carcarañá es hecha por los extranjeros, en contra de la barbarie. Se busca imponer en la letra un origen de extranjeros, borrando y minusvalorando a los que ya estaban, a quienes se detecta como bárbaros, peligrosos, salvajes. El linchamiento ya no es lo mismo con esta nueva versión de Jouvé; 1893 se transforma en la fecha clave que desnuda un juego de poder:

“Dos asesinos criollos fueron linchados por la ira popular, mas no eran dos los asesinos, uno era inocente y no hubo forma de salvarlo (79)”

La inocencia de Eracilio (no así la de la Hilario) es llevada al extremo a través de su romance con la hija de Monet, uno de los estancieros-inmigrantes con influencia en la sociedad de la época. Lo que se insinúa es lo que no se dice: que el linchamiento de los dos hermanos era la oportunidad perfecta para la venganza, para hacer desaparecer al bárbaro de detrás de las vías que ponía en tela de juicio el honor de la familia francesa Monet. La escritura de la Historia usa la ficción amorosa e inscribe una versión ilusoria para hacer más patente el conflicto matriz:

“Mientras tanto Armando sigue buscando causas porque cree firmemente que cuando la verdad se oculta, ofendida por la omisión, se vuelve con virulencia sobre toda la progenie. Y la desdicha como plaga se extiende sobre toda la genealogía. Se hacen malditos. Como Edipo Rey.”

La verdad no debe ser dicha, mostrada, ni expuesta en una sociedad en tensión, basada en códigos pueblerinos y barrocos de honor personal, porque puede y va a ser usada en contra de quien la profiera, va a extenderse con la edípica maldición del incesto y va a manchar a toda la genealogía. La perversión del amor se traslada a la genealogía de Los caranchos, malditos caranchos del diablo, que pagarán sus culpas cada vez que quieran craquear para hacer evidente la verdad; o sea, la artificiosa e insostenible división entre los que tienen y no, posesión de las tierras.

El mundo. La zona y el tiempo de lo perverso

“El rancho de la Elba en Marcos Juárez, ya no se aguantaba más. Sale a la mañana temprano para Villa María, “pa ver si le encuentra la gringa al Eracilio”, que después de todo es su hermano, aunque sea flojo. Una pasadita por Leones, “pa un par de mates con una vieja amiga (57)”.

Los personajes pervertidos, inecestuosos unos, asesinos y vengadores otros; todos malditos, caranchos del diablo al fin de cuentas, trazan el desplazamiento por una zona para nada inocente: la que nuclea las localidades que van desde Rosario a Córdoba por la actual ruta Nac. Nº 9. Por entonces, el sistema de caminos y de comunicaciones vinculaba a los poblados a través de las estaciones del Ferrocarril inaugurado en 1866, y a partir del sistema de postas de Timoteo Gordillo de 1858. El ferrocarril otorga un dinamismo que permite la circulación de personas y mercaderías con mayor frecuencia. María Margarita Jouvé ha sabido aprovechar este elemento contextual para trazar los desplazamientos de sus personajes, casi siempre entre Córdoba y Rosario, señalando la existencia de una zona de borde, una frontera extendida entre las dos provincias por las cuales se mueven sus personajes tan libres como los peones de un tablero de ajedrez que cambian de cuadro, siempre que la jugada lo requiera. De ese modo, figura una zona, cuya unión a través de las vías de transporte, se corresponde con un grupo humano de inmigrantes, compadritos, bandidos y burdeles:

“Che, lo fusilaron a tu hermano’. Dice animadamente la vieja prostituta, rubia y demacrada (57)”.
Y, por lo tanto, se trata de una zona atravesada por las mismas relaciones de poder que Carcarañá: “Una patrulla de hombres intercepta el mate y se lleva al Hilario (57)”. Lo interesante, no obstante, es cómo esa zona no se pliega sobre sí misma, sino que se abre hacia el espacio, nacional e internacional, con personajes que provienen de Francia, Suiza, Inglaterra y que también se trasladan a Buenos Aires, de donde nos llegan sus noticias y sus escenas. Esa apertura espacial, se corresponde también con otras temporales que describen líneas vinculantes entre lo macro con lo micro y que universalizan las coordenadas de la historia craqueada. En efecto, al tiempo que el texto se concentra en la matriz de los lincheamientos de Carcarañá en 1893, se expande hacia el espacio nacional (Buenos Aires como centro) y hacia el tiempo de la historia nacional. Esto último en dos oportunidades más en el epílogo y son una apuesta narrativa-ensayística que dennotan el devenir de una perversa genealogía de caranchos. En efecto, el craqueo que debe callarse, porque incomoda, porque al decir la verdad, es usado en contra, reaparece en los años de la dictadura y en la muerte del sindicalista peronista que decide contar a su patrón lo que sabe, lo que pone en riesgo su trabajo y la propia empresa frigorífica. De este modo, el tiempo y la zona se corren constantemente de sí mismos, se pervierten bajo el vuelo aturdidor del carancho.

El vómito de lo perverso

“Por eso las páginas de Abelardo me reencuentran con el deseo adolescente que sólo se describe por una sensación conmovedora del cuerpo, que impulsa nuevamente a mis dedos a trazar mis propias marcas en comunitario papel. Y con ellas aparecen sus palabras, las que yo escuchaba absorta por el reconocimiento que le otorgaba el saber. Le debo, lo sé, a pesar de él, a pesar de mí, de mi padre y del nombre de mi padre(116).”

María Margarita me mira y me dice que fue un vómito; así, salió en tres meses apenas y, en ese camino, tres días antes de la muerte de mi padre, lo terminé. Los caranchos, se llama ahora. María Margarita sabe, como yo, que el vómito es la perversión del proceso de digerir, lo que expulsa del cuerpo aquello que por vía natural debería ser asimilado. Conoce que las historias secretas se urden ahí, en medio de la letra, a pesar nuestro, y que el juego de poderes entre los caranchos malditos que gritan, aunque los callen, es también su propio juego y el mío. Se la reconoce en la letra, escondida, tras lo proferido por la letra. Pervirtiendo las frases, la historia y la literatura. Por eso, también, me invita a presentarla. Y me vuelve a ojear, con sus anteojos, con su cara de buena mina que vomita lo que no tolera, lo que no puede asimilarse, en una hoja en blanco, para exponerlo y exponerse, para que la despedacen los otros caranchos, los de siempre, los que, quitándose el mote de lo perverso, se escudan tras sus relaciones de poder para sostener su nada, su vacío, su silencio. Que lo sigan haciendo; para eso estamos los caranchos, malditos, para croquearles las jugadas y evidenciar que ellos también poseen su oculta, o disfrazada, perversión.

Cristian Molina

[1] Álvarez, Gerardo, “En torno a Tomas Thomas, sus emprendimientos y su sepulcro” en http://www.caracara.com.ar/escritos/tomasthomas6.htm

PRESENTACIONES,CONVOCATORIAS, RECLAMOS Y DENUNCIAS

AFUERA. REVISTA DE CRÍTICA CULTURAL

Convocatoria próximo número: “1968–Mayo-2008”

Situamos mayo de 1968 como espacio simbólico de un cisma en el que lo político eclosionó cubriendo todas las esferas sociales, como marca de una época en la que las posibilidades de lo alternativo se gestaron desde la periferia –aunque esta emergencia es muchas veces olvidada por la “historia oficial”, y aunque la fecha-hito de 1968 que adoptamos por convención refiere a esa perspectiva–.

Con motivo, entonces, de los simbólicos cuarenta años de aquellas “utopías revolucionarias”, Afuera. Estudios de Crítica Cultural propone un número monográfico en torno a las ideas de revolución y resistencia en las últimas décadas.

Convocamos a la presentación de artículos que (re)construyan la historia del pensamiento o la acción de/desde los años sesenta/setenta, pero también, a la reflexión en torno a otros tipos de manifestaciones que, en algún sentido, sean consideradas “revolucionarias”: las renovaciones en las artes del cuerpo, las llamadas “nuevas tecnologías”, la configuración del mundo global, la transformación de las subjetividades colectivas, la diseminación de las disciplinas artísticas, y todos aquellos espacios que se propongan como resistencia, que cuestionen el status quo y construyan un sistema de opciones alternativo.

Los trabajos se recibirán hasta el 1º de abril de 2008, en las siguientes direcciones:

revista_afuera@yahoo.com

afuera@revistaafuera.com

CAMPAÑA

Si tenés un familiar víctima de desaparición forzada entre 1974 y 1983

Una simple muestra de tu sangre puede ayudar a identificarlo

0800-333-2334

www.eaaf.org/iniciativa

La toma de la muestra se realiza en todo el país en forma gratuita.

Todos los resultados obtenidos son confidenciales.

Nota: Hay muestras anteriores que sirven y otras que sería conveniente repetir porque ahora se cuenta con mejor tecnología, se recomienda que 3 familiares aporten sangre para una mayor efectividad de las identificaciones.

EQUIPO ARGENTINO DE ANTROPOLOGIA FORENSE

SE AGRADECE SU DIFUSION.... ....

CECREL

martes, 20 de noviembre de 2007

DOS POEMAS INÉDITOS DE P. CAMINOTTI

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